Para escribir sobre el hombre perfecto tengo que guiar mi mirada hacía él. Él, quien mueve todos mis sentidos, ese hombre que me enloquece de ternura de solo escucharlo, ese hombre que con solo un abrazo me hace sentir segura, hace que me pierda en un mar de sentimientos, y casi ahogándome con su dulzura me empalaga de dicha por saber que soy la mujer de su vida.
Es maravilloso encontrar a alguien con tantas cualidades, es mi príncipe encantado, que aun con todos sus defectos parece como salido de un cuento de hadas. Que grato fue haber conocido a este hombre, y haber tenido la dicha de descubrir cuan perfecto era; pero aun mejor, que inmenso regocijo siento de saber que nunca me va a fallar, simplemente porque yo confío en él y estoy segura de que jamás me haría daño.
Saltar, cantar, bailar, correr y mirar hacía el horizonte a su lado hace que mi vida no sea tan dura, encontrármelo de frente y que me robe una sonrisa, es uno de los mil detalles que a diario tiene conmigo, esos detalles que no podría cambiar ni por todo el oro del mundo, finalmente más que ser el hombre de mi vida, es mi hermano, mi amigo, mi todo. No cabe duda de que él es quien mi destino escogió para que pasara el resto de sus días conmigo.
Porqué no me importa si enferma o envejece, yo siempre le amaré igual; finalmente no hay mejor regalo que estar a su lado siempre, sin condiciones. Así como ha sido el siempre conmigo.
El hombre perfecto a comparación de mucho de lo que otros puedan llegar a decir, si existe. Es único, fiel, amoroso, inigualable, realmente es ¡Perfecto!; ese hombre a mi me llama princesa, yo simplemente le digo Papá.