Yo que tanto alardeaba que nunca me enamoraría, yo que tanto decía que podía ser feliz con lo que tenia y no me daba cuenta de lo mucho que estaba perdiendo mientras me escondía del amor.
Desde que me levantaba lo hacía con pésima cara, a duras penas me bañaba y ni decir que me peinaba porque no era cierto… Vivía a la defensiva para que nadie se fijara en mi y de esa manera nada me lastimaría, pues ese era mi miedo, el miedo a enamorarme y que luego me hicieran daño.
A diario echaba a la suerte mi vida, me cohibía de tener amigos, de salir a fiestas, solo me concentraba en leer y sacar buenas notas y realmente no sentía la necesidad de estar en otros espacios, pues vivía tan concentrada en mis cosas que me había olvidado de lo que podía ofrecerme el mucho exterior; sin contar que a cada rato veía a mis compañeras de la escuela llorando por sus novios o porque un día les llevaban flores y al otro les ponían cachos y no, definitivamente que pereza…
Por temor a todo lo anterior dejé de ser yo misma para convertirme en un ser oscuro, descuidado y hasta débil que se escudaba con su pelo suelto y enredado, su cara larga y su mal vestir para aparentar decisión, cuando por dentro me sentía vacía, vacía por no saber lo que era el amor.
Fue entonces cuando una mañana desperté muy decidida, sin demonios, sin excusas y sin supersticiones me lave la cara, desenredé mi cabello y me di una ducha espectacular que me recordó la bendición de estar viva. Cogí los trapos sucios que me acompañaban y los cambié por unos buenos vestidos, un par de jeans, botas y lindas blusas, de esa manera empecé a ver todo de una manera diferente.
Días después, me mire de nuevo al espejo con una apariencia distinta y me volví a sentir yo misma, me sentí libre y muy tranquila pues me estaba recuperando, fue entonces cuando de arriba abajo detalle mi cuerpo, mi ropa y explore mi alma frente al espejo, dándome cuenta de que había encontrado el amor verdadero, sí, ese amor por mi misma, ese que no me falla, no me lastima, ese que siento por mi, ese que hoy es capaz de hacerme sonreír.
