Mucho se dice cuando estamos enamorados, y más aún cuando hemos pasado por alguna decepción, pues como víctimas nos apoyamos en personas ajenas a nuestra relación para solicitar consejos y desahogar los malos ratos que hemos pasado, sin darnos cuenta de que la respuesta a la vida no la tienen los otros, sino nosotras mismas.
Después de una decepción amorosa, es lógico decir que no hay un chance para la otra persona, pues estamos tan dolidos que nos parece inconcebible pensar en perdonar a quien nos hizo daño, sin darnos cuenta de que con el paso del tiempo la rabia empieza a desaparecer y los días empiezan a verse inundados de tristeza, mientras tú corazón empieza a extrañar cada detalle de quien ya no está.
En ocasiones es fácil aceptar que todo terminó cuando el amor se ha acabado o cuando la vida te ha puesto en situaciones irremediables, pero caso contrario, cuando eso que había terminado vuelve a tener una luz de esperanza por ambas partes, pero aun te sientes lastimada e insegura por lo que pasó.
Es entonces querida amiga, cuando empezamos la guerra entre la razón y el corazón, pues aunque tengamos claro que no queremos volver a sufrir, muy dentro algo nos dice que las cosas podrán ser mejor si lo intentamos una vez más, entonces nuestro corazón está atento para asumir la responsabilidad, esa hermosa responsabilidad de intentarlo, de ser de nuevo feliz.
La decisión es complicada, y peor se torna cuando tu familia y amigos apoyan un no rotundo a tu reconciliación, pero si no estás segura de esto, no tengas miedo a enfrentarlos y dale el si a una nueva oportunidad… No razones tanto cuando de sentimientos se trata, déjate llevar por las emociones y ten en cuenta que es tu vida y solo tu decides que es lo que quieres hacer con ella.
Todos pueden juzgarte pero nadie puede saber lo que tu sientes, por esto y mucho más es que tu y solo tu debes tomar las riendas, finalmente si nadie morirá por ti, tampoco dejes que nadie decida sobre como debes vivir.
«Si te hace feliz, haz tomado el camino correcto».