No hay ningún Batman, Capitán América o Superman que se compare con el Superhéroe que yo tengo en casa, y no solo yo… Sino todas aquellas que contamos con la fortuna de crecer al lado de una figura paterna, que con un solo abrazo nos pueda devolver la tranquilidad, la paz y la confianza al corazón.
Papá, el primer hombre que me sostuvo en sus brazos y dejó que rodaran lágrimas sobre sus mejillas de felicidad cuando vio que había llegado al mundo una chiquilla que no solo sería la alegría de su hogar, sino que se convertiría en la mayor alegría de su vida… Pues si bien, muchos papitos desean que su primer hijo sea un niño, se les olvida que querían esto cuando voltean a ver los ojos inocentes de una bebé, mientras que nosotras muy astutas los enamoramos con nuestra sonrisa.
Papá, aquel hombre sereno y fiel que sería incapaz de hacernos daño, ese hombre que no solo da lo mejor de sí para hacernos felices sino que estoy segura sería capaz de dar la vida por nosotras en cualquier momento. No importa que tantas canas le sacamos a diario con nuestras travesuras, con nuestra rebeldía o con nuestro horrible genio, finalmente papá es el único hombre que nos entiende, y por cierto, él único por el que nosotras las mujeres deberíamos luchar, pues ese gran amor que hay de papá hacia nosotras definitivamente no se puede comparar.
Mi padre, mi héroe…Y no precisamente porque traiga una capa y tenga superpoderes, sino porque es la única persona en el mundo capaz de sanar heridas, limpiar lágrimas o calmar extensos llantos con un suave abrazo; por eso y mucho más yo amo a mi papá y me atrevo a decir con veracidad que amor tan puro entre un hombre y una mujer solo hay el que papito e hija le enseñan a la humanidad.