«Me levanto tarde, para ser exacta lo hago en el momento en el que el sol entra por mi ventana y me pega en toda la cara, ahí es cuando termina mi dicha. Con mis veintitantos años encima, una carrera profesional y un trabajo con el que me siento más que satisfecha puedo resumir mi vida. Soy feliz, muy feliz y realmente amo mi soltería.
Anteriormente mamá hablaba de que casarme sería la mejor alternativa, y la entiendo, pues sólo defendía su estilo de vida, quizá si hubiese conocido lo maravilloso de la soltería difícilmente me aconsejaría casarme, es más, difícilmente estaría yo aquí frente al computador contándoles esto, pues a decir verdad creo que ni siquiera hubiera nacido.
Disfrutar de la soltería no se trata de tener largas noches con amigas, despertar a media mañana o comer la chatarra que se me antoje solo porque no quiero cocinar y tampoco tengo la obligación de hacerlo, estar soltera en realidad es ser feliz.
Ser feliz porque puedo andar por la casa desnuda sin que la mirada de un hombre morboso me siga, porque puedo reír a carcajadas viendo una comedia o llorar infinitamente cuando las cosas no van bien. Y definitivamente es lindo, es lindo estar sola porque es la manera adecuada de encontrarte consigo misma, con mis gustos, mis defectos y sobretodo mis cualidades.
La soltería me ha enseñado a valorar a quien llega pero a no dejar que se quede si busca mandar sobre mí, me ha dejado lecciones de amor, pero también de tranquilidad y armonía. La soltería no es soledad, simplemente es paz, es descubrir que la vida es hermosa aún cuando no la compartes con un hombre…
Y bueno, seguramente algún día me cansaré de mi soltería, solo espero que sea en el momento perfecto, en el que mi vida este resuelta, mi trabajo estable y mi cabello peinado, pues en ese momento sabré que la hora de complicarme de nuevo ha llegado».
