«Después de planearlo tanto, nos conocimos de repente… Me estaba esperando ahí, como tantas veces me había dicho que lo haría. No con mis mejores prendas, tampoco con el mejor genio, pero llegué… Y todo se volvió luz cuando mire sus ojos; fue como un cruce mágico de sentimientos en el que a través de nuestras miradas nos reconocimos y dimos por sentado de que eramos el uno para el otro.
Me abrazó, me besó y yo sentía que era maravilloso, definitivamente nada mejor que ese instante en donde descubrí el cariño verdadero, el amor de mi vida. Desde aquella mañana han sido momentos difíciles, pero todo vale la pena cuando siento como sus manos me acarician, como sus labios me besan y como sus palabras me regocijan… Ninguna relación es fácil y mucho menos la nuestra, pues para ambos es la primera vez, todo es nuevo, las caricias, las sonrisas y hasta las lágrimas son complicadas, pero día a día el amor se fortalece y tanto ella como yo nos volvemos sabios en el caminar de la vida… Así todo es más fácil.
Dicen que las personas cambian, las plantas se secan y el amor muere, pero no es así. Desde que vi sus ojos y sentí que había encontrado el amor de mi vida supe que era para siempre. Dios me puso en su camino para darle sentido a su futuro y de paso para asegurar el mio, no tengo la menor duda. Somos felices desde aquel día. Y también somos testigos de que el amor no distingue barreras ni tampoco fronteras, el amor no tiene edad, simplemente llega en el momento indicado, en el momento perfecto para dar felicidad…
Ella, ella es el amor de mi vida, y estoy segura de que yo soy el amor de la suya… Y aunque tenga un hermoso nombre y me diga todos los días princesa, yo simplemente la llamo Mamá».
