La situación es complicada y los problemas agobian pero siempre hay una solución… Sentirnos tristes, deprimidas y sin ganas de salir adelante puede ser una sensación normal en cualquier momento de nuestra vida y es deber de cada una enfrentar estos malos días, pues de no ser así podríamos vernos involucrados en ellos.
Ante los ojos de Dios y de las escrituras, abandonar la vida terrenal mediante una muerte provocada o un suicidio no es una alternativa sana, pues se supone que cada uno de nosotros nació con un destino escrito y solo Dios debe ser quien cumpla estos designios, independientemente de cual sea la forma en que él escoja para hacerlo.
En la actualidad existen muchos casos de suicidio en donde los involucrados toman la decisión generalmente por huir de las deudas, de la soledad, de alguna enfermedad, por una calamidad cercana o simplemente por motivos pasionales, esos mismos que han hecho convertir en delincuentes y hasta en asesinos a quienes no los saben manejar; pues aunque las decepciones amorosas sean duras debemos asimilar que el amor no es sufrimiento, por el contrario debe ser felicidad que al no llegar a término no debería ser motivo de desgracia.
Para todo en la vida hay una solución… Las deudas se pagan, los amores vienen y van, pero la vida es sagrada y jamás se ha de recuperar. El suicidio no es una opción, pues a pesar de que tu te vayas a «descansar», tu familia y los que te aman serán quienes tengan que cargar con esa pesada cruz que es extrañar.
Cuando tengas problemas no te quedes callada, busca consuelo en los que te rodean, siempre hemos de hallar soluciones en quiénes más nos quieren, la soledad no es buena consejera cuando estamos deprimidas, por eso no confíes en ella.