Muchos dicen que la solución para todos los problemas está en el dinero, pero creo que están equivocados… El dinero, los lujos o cualquier cosa material son parte de la vida que se esfuma en cualquier momento, sin ni siquiera avisarnos, personalmente no es que haya visto mucha gente llorando sobre un buen automóvil, pero si he visto miles de personas que andando a pie sonríen sin pensar que algo les falta, lo hacen porque tienen lo suficiente para ser felices.
Así que si la felicidad no está en el dinero… ¿Acaso está en el amor? Será que la encontraremos el día en que conozcamos un chico que nos haga dar de volantines nuestra panza y perder nuestro ritmo innato en sus ojos? No lo creo, en muchas ocasiones materializamos tanto a una persona, en especial si es una relación de pareja que terminamos por hacernos daño, pues el hecho de que nos enamoremos no puede ser sinónimo de abandono propio, lo ideal es ser feliz antes de encontrar a nuestro chico ideal, así no tendremos que dejarle esa responsabilidad tan grande a él…
Entonces, ¿Dónde está la verdadera felicidad? Tal vez en dormir sin límite y comer cosas deliciosas? En comprar ropa costosa, teléfonos de última tecnología u otros aparatos de moda? Pues no, si me preguntan a mi, creo que la verdadera felicidad está en el lugar que menos nos imaginamos, sí, de hecho es ahí… En nuestro propio hogar, y creerán que estoy loca por afirmar esto, pero no es así, lo hago por es realmente cierto, no hay mayor felicidad que tener bajo el techo en el que vivimos a nuestra familia, a nuestros padres, hijos, hermanos, a nuestra bendición más grande; compartir con los seres que amamos es ser feliz, pues nada como un buen abrazo, un te amo, un corazón alegre que se regocije por tener a los suyos a su lado, eso es la verdadera felicidad, entender que todo lo que necesitamos está en la puerta de nuestro hogar.