«Te conocí un día común y corriente, soleado como todos los otros que acostumbran en mi ciudad, o bueno eso pensaba yo… Que fui tan tonta que ni siquiera me di cuenta de lo importante que sería ese día para mi
Llegaste de repente, con una sonrisa encantadora que sin duda alguna me dejó anonadada, tanto como para no decir nada en varios segundos, lo que a ti te causó gracia y te hizo sonreír aún más mientras yo me sonrojaba de pena por lo que sucedía…
Y así fue pasando el tiempo, de cada tontería salía la mayor de las alegrías, y sin importar nada ya te amaba… Y aunque de las decepciones gané lágrimas y hasta rencor, trate de dar siempre lo mejor de mi, hasta que finalmente fue eso lo que hizo que todo terminara, mi rebeldía de no entender que todos cometemos errores y sobretodo que no era yo más perfecta que tu como para juzgar cada tropiezo que había en tu camino.
Finalmente no lo comprendí, fui bastante dura para perdonar errores y para dejar sanar cicatrices, sin darme cuenta de que al igual que yo eras humano y necesitabas caer para levantarte, así como tantas veces yo lo había hecho, sólo que mis caídas fueron más fugaces y mis levantadas mucho más rápidas, tanto que ni tú te diste cuenta de que habían sucedido.
A pesar de que te amaba,cuestioné mucho a la vida por tus fallas, hasta que ella muy sabia me alejó de ti y es ahí cuando todo tiene sentido, pues sólo cuando dejaste de estar conmigo comprendí lo valioso que eras, solo cuando tuve miedo de estar sola fue cuando valoré la magia de tus abrazos y el sentirme acompañada, protegida por ti.
Ahora, ahora no queda nada… Te extraño y es tarde, pues el papel lo aguanta todo pero el corazón no, y te lastime tanto que ya no sería justo buscarte una vez más, pues aún cuando reconozco mis errores ante ti, no se si seré capaz de reconocerlos ante la vida, para entender que eres tan humano como lo soy yo y que tal vez si yo te diera la mano la vida podría ser mejor… «