No es un día como los otros, es un día triste y ni siquiera sé porque… Creo que es cuestión de la luna o del ambiente, quién sabe, suele pasar que aunque tengamos una gran sonrisa por dentro estamos llenos, pero de vacíos.
Despertar con la sensación de que nada es como debería ser y preguntarte cuál es la razón suele ser muy común en nosotras las mujeres, realmente somos extrañas y nos escudamos siempre diciendo que es un cambio hormonal, cuando a veces eso no tiene nada que ver con el vaivén de nuestra vida.
Muchas veces pensamos que lo que nos agobia son problemas únicos, que solo lo sentimos nosotras pero no es así, estar triste es algo que puede pasarle a cualquiera que tenga activos sus sentimientos; el estrés del estudio, las relaciones laborales, nuestra familia y hasta nuestros amigos son sinónimo de mal humor, pues no todo puede ser como lo imaginamos, la vida no se trata de eso, por el contrario, tiene mucho más de dificultades que de triunfos para así probarnos la calidad y la fortaleza de seres humanos que somos.
Cuando sucedan este tipo de cosas, cuando la vida nos registre tristeza en todo su esplendor es necesario hacer un alto en el camino para mirar hacia el rededor y sentir la pureza del aire que golpea nuestro rostro cuando nos encontramos con la naturaleza, sólo así podremos reaccionar y entender que las emociones sólo son temporales, cada una hace parte de una faceta de la vida que no durará para siempre, finalmente hemos venido a vivir y a ser felices, ese es nuestro destino… Si el tuyo no se está encaminando en ello, replantea tus ideales, pues nadie ha llegado al mundo a sufrir y cada quien escoge el zapato que mejor le calce.