Desde niñas crecemos viendo como nuestros padres día a día madrugan para empezar su jornada laboral, mientras que nosotras solo nos dedicamos a pasar la mañana jugando, durmiendo o una vez estamos más grandecitas en el colegio, preparándonos así para ese día donde papá y mamá seamos nosotras mismas y las madrugadas nos correspondan tal y como a ellos, apuradas por el ritmo de vida de un trabajo y unas obligaciones que hemos decidido adquirir.
Sin embargo no todo en la vida puede resumirse a la búsqueda de una empresa para trabajar, por el contrario, debemos ir un poquito más allá de ello, pues para eso estudiamos, para poner en práctica uno a uno los conocimientos adquiridos y esto no siempre se hace bajo el mando de un jefe, si luchamos y somos muy disciplinadas con nuestra vida y nuestros sueños fácilmente podremos ser nuestras propias jefas, y esto se logra siendo una mujer emprendedora.
Crear un proyecto o sacar adelante una idea de negocio puede que al principio no sea tan sencillo, pues el miedo es el factor principal que nos detiene a la hora de hacer realidad lo que tenemos en mente, sin embargo es normal… Pues todo lo que vale la pena empieza así, con un poco de miedo, pero es ese mismo el que nos permite salir adelante, pues luchamos tanto por vencer ese temor al fracaso que terminamos aceptando que lo único seguro es el éxito.
Aunque al principio muchos piensen que enloqueciste por querer sacar a la venta un producto propio, montar un establecimiento o simplemente ofrecer un servicio innovador, no te dejes opacar, es normal la desconfianza y sobretodo la envidia de aquellos que no han podido hacer tangibles sus ideales, sin embargo no desfallezcas, pues solo de ti depende que puedas surgir como nueva empresaria o fracases en el intento. No te límites, atrévete a ser una mujer emprendedora, tu futuro te lo agradecerá.
