Las relaciones suelen tener momentos de crisis, en especial cuando es la monotonía la que se apropia de la situación; recordar las historias vividas junto a tu pareja con lágrimas en los ojos te hace pensar que todo ha terminado y por ello empiezas a ver desde otro punto aquello que sucede con tu pareja. En estos casos es cuando te conviertes en una mujer vulnerable, débil a las tentaciones, a todo aquello que pasa frente a tus ojos y sin darte cuenta de como, se termina quedando delante de ti, en la puerta de tu vida…
Es ahí cuando empiezas a pensar si tu esposo o tu amante, pues con el primero tienes estabilidad aunque también monotonía, tienes un hogar, una vida de recuerdos; mientras que con tu amante tienes momentos por vivir, tienes libertad, pasión, ganas de salir corriendo, aunque sepas que no sientes amor, pues muchas veces las ganas y el deseo son más fuertes que el cariño que una vez sentiste en tu hogar, por lo que sueñas una nueva vida… Para ti sola.
Si le cuentas a alguien lo que te está sucediendo lo más seguro es que te juzguen sin piedad, porque cuando los errores son ajenos es muy fácil hablar de ellos sin nisiquiera pensar que a cualquiera de nosotros nos puede pasar.
En fin, si tienes este dilema y no sabes que hacer te daré un par de opciones: primero es necesario que pongas sobre una balanza tus sentimientos y tus emociones y empieces a aclarar lo que sientes, valora a tu pareja y enseñale la importancia de rescatar lo perdido, aunque si por el contrario te quieres quedar con tu amante, pues simplemente sé sincera con tu esposo y de una vez termina esa relación… Aunque para serte sincera, de hacerlo deberías terminar con los dos y encontrar en ti misma lo que necesitas para sentirte bien, pues quien necesita de dos personas en su vida para encontrar su valor es porque aún no sabe que esto sólo se encuentra dentro de sí.