Cuando elegimos hacer parte de la vida de otra persona y convertirnos en su compañera de viaje, en su cómplice, en su amiga, en su novia… Lo hacemos porque ese alguien ha sido capaz de movernos todas las fibras, de llenarnos de emociones, de sentimientos, de mucha felicidad; algo que no sólo es cuestión de momento sino que se va construyendo a diario y con mucha dedicación. Al pasar de los días todo se fortalece, las sonrisas son más frecuentes, la alegría se nota en los ojos y la dicha del amor ya no se puede esconder; entender que hemos encontrado al hombre de nuestros sueños nos hace sentirnos una mujer muy afortunada.
Sin embargo con el amor y la felicidad, llegan los defectos de la relación, entre ellos los celos y el síndrome de la mujer curiosa, aquella mujer que a pesar de confiar en aquel chico que la llena de detalles y de tranquilidad, busca la manera de controlarlo, de vigilarlo, de celar cada uno de sus pasos, invadiendo así su privacidad, permitiéndole a su imaginación pasar por encima de la realidad.
Es ahí cuando vienen los problemas, no está bien revisar el celular de tu pareja, tampoco tener su clave de facebook o instagram pues todos necesitamos nuestro espacio y el hecho de tener pareja no significa ser de su propiedad, por lo que es importante manejar la confianza y sobretodo la ansiedad, pues a pesar de que digamos que somos 100% fieles, siempre habrán detalles que por pequeños que sean arruinen la paz de la relación… Conversaciones con amigas, preguntas imprudentes de los amigos, un like inesperado o algún mensaje fuera de lo normal pueden ser el detonante para tu relación, así que lo mejor es que seas consciente y no caigas en el síndrome de la curiosidad… Recuerda mujer que el que busca, ¡encuentra!
