«Era tan solo una niña, escasos 13 años tenía y a decir verdad me consideraba muy inocente, pues para mi edad aún pensaba en jugar con muñecas y suspiraba por el amor que veía en la tele, sin imaginar que eso que trasmitían por una pantalla también me podría pasar a mi, que el día menos pensado iba a conocer la primera ilusión de mi vida.
Cerca de casa vivía un chiquillo casi que de la misma edad, que a diario me hacía ojitos coquetos cuando llegaba del colegio, en las tardes se paseaba por mi puerta queriendo que yo lo viera y finalmente en la noche se llenaba de valor para invitarme a jugar, ayyy era mágico lo que me pasaba con él, sin más ni menos se había metido en mis pensamientos, lo que me hacía creer que me gustaba.
Pasaron los días, los meses y para nuestra sorpresa terminamos estudiando juntos… Nos veíamos más seguido y aunque sin mediar palabra frente a los compañeros, se sentía una química muy fuerte entre los dos, química que dejó ser de miradas para convertirse en papelitos, en invitaciones, en encuentros extra clase para hablar, sonreír y compartir la vida de la mejor manera.
Jugábamos a ser los mejores amigos, hasta que un día entre juegos y risas aceptamos que nos gustábamos y nos pusimos una cita para que pasara algo más… ¡Sí! Ese día sería mi primer beso.
Sin embargo, la cita no se llevó a cabo, los nervios me ganaron y finalmente no fui al lugar acordado, así que nada pasó, por suerte él me entendió y seguimos con nuestra amistad.
Días después me pidió que fuera su novia y planeamos una respuesta en la biblioteca de mi colegio, era mágico, de verdad que sí, pero de nuevo fallé y le dije que no podía hacerlo, sentía que era muy niña y no podría con esa responsabilidad, así que no fui capaz… Las vacaciones se aproximaban y las oportunidades se reducían, pero mi miedo era mucho más fuerte así que me dejé ganar de él.
Me fui de vacaciones dejando a mi gran amor de niña con las ganas de darle mi primer beso, pero decidida a que el día en que volviera finalmente pasaría, pero vaya sorpresa del destino, en mi paseo de fin de año conocí alguien más, alguien que no me preguntó si quería o no, si tenía miedo o si tomaba la decisión, él solo se me acercó, me sonrió, puso su mano en mi cintura y me besó… No fue lo que yo esperaba ni con la persona que yo quería, pero así llegó mi primer beso.»