«Ella tuvo la culpa, era lo que susurraban todos el día que supieron que aquella mujer había muerto a manos de su esposo… Todos la juzgaron, todos la señalaron, aún cuando ya no estaba presente para defenderse».
«Ella tuvo la culpa, fue lo que dijeron los pasajeros del servicio público en vez de ayudar a una chica en minifalda que pidió auxilio porque un par de hombres la estaban acosando, sin percatarse de que podría ser alguien muy cercana quien pasara por esa misma situación».
«Ella tuvo la culpa dijo la chismosa del barrio, refiriéndose a aquella mujer que fue violada, maltratada y herida por tres de sus amigos después de una fiesta, aún cuando ella se encontraba postrada en la camilla de un hospital debatiéndose entre la vida y la muerte por lo que le había sucedido.»
«Ella tuvo la culpa, comentó el señor de la farmacia señalando a aquella muchacha que murió en una clínica clandestina mientras se practicaba un aborto».
Ella tuvo la culpa, gritan todos cuando muere una mujer sin importar las circunstancias, pues la sociedad está tan acostumbrada al machismo y a la violencia que considera normal cuando una esposa recibe maltrato por parte de su pareja, considera normal que después de una noche de licor uno o más tipos se aprovechen de la vulnerabilidad de una chica que confió en su compañía para tomarse una cerveza… Una despreciable sociedad que no permite que sus mujeres se vistan según su criterio, pues si lo hacen las tildan de vagabundas sin ni siquiera conocer el verdadero significado de la palabra; para el siglo XXI es tan normal que día a día mueran miles de mujeres por abortos clandestinos sin caer en la cuenta de que muchas de ellas lo hacen porque tuvieron miedo de enfrentar la vida solas, pues como es normal el padre de ese hijo las abandona a su suerte…
¿Hasta cuando seguirá siendo normal señalar, criticar y exponer a una mujer? Chicas, este es un llamado para que no permitamos que nadie corte nuestras alas, para que entendamos que hay muchos signos de alarma para evitar tragedias, para que actuemos con malicia, sin confianza y con dignidad; nosotras no somos el sexo débil ni tenemos vocación de alfombra para ser pisoteadas, por ello no dejemos de crecer, pero hagamoslo juntas, pues de nada sirve pedirle a otros que nos respeten cuando somos nosotras mismas quienes nos irrespetamos. Una verdadera mujer no acusa otra mujer sino que se pone en sus zapatos, la dignidad comienza desde el interior y el amor solo es posible cuando al mirarnos al espejo sonreímos porque nadie es más importante que aquella chica que vemos reflejada allí.