Llegué al mundo con la esperanza de vida más hermosa, aún cuando las cosas no pintaban tan bien desde el principio, pues a comparación de los otros angelitos que Dios había escogido para venir al mundo, yo era el único al que no habían planeado, aquel al que todos los días mamá atacaba con preguntas y sollozos…
Desde que sentí por primera vez, supe que el camino no sería fácil, pues mamá lloraba día y noche mientras me decía que nos habíamos quedado solitos, pero mi inocencia poco entendía de sus lágrimas y de su tristeza…
Ahora que ya he crecido, no mucho pero si lo suficiente, me doy cuenta de que era lo que sentía mamá en esas noches de frío mientras me cargaba en su vientre, y eso se llama ausencia. Esa misma ausencia que siento yo cuando en la escuela preguntan por ti y yo debo decir que no tengo papá.
Y no es precisamente que no lo tenga, sino que infortunadamente entre todos los hombres del mundo a mi me tocó el más cobarde, ese que nunca quiso responder por mi…
Pero ahora bien, después de tanto tiempo que ha pasado, no te guardo ningún rencor; y no es que haya aprendido a vivir con ello, sino porque comprendí que no fuiste del todo malo, por lo menos supiste escoger una excelente mamá para mi y eso vale mucho más que lo que alguien me pueda dar.
Sin saberlo me enseñaste el respeto y me diste la posibilidad de ser yo misma en el mundo sin preocupaciones. Me quitaste las alas, pero me diste pies para tomar impulso y saber caminar… Por eso finalmente hoy, te escribo a ti, a quien no me supo amar! Porque a mi no me negó nada, sino porque se negó a si mismo la oportunidad de amar un hijo maravilloso.
me encanto mucho este articulo… muy lindo, algo nostálgico pero hermoso….
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