«Querido Cobarde:
Te escribo porque no aguanto más las palabras, porque estoy ahogándome en promesas y falsos te quiero que un día me dijiste; han pasado ya varios meses desde que te fuiste y para mi sorpresa hace poco me di cuenta de que jamás te olvidaré.
Jamás te olvidaré, y no porque hayas sido el amor de mi vida o alguna de esas cursilerias que solía decirte cuando estaba enamorada, sino porque al final de todo comprendí que no eres un mal hombre, sino que al contrario de ello eres bueno, sabio, eres el mejor! Y por eso te escribo esta carta.
Supongo que te sorprendes por mis halagos, y no es para más, si con lo que me hiciste yo debería estar odiandote, y aun así no lo hago, sino que agradezco tu partida… Cuando te fuiste me sentí muy débil y sola, sentí que el mundo se me venía encima sin darme cuenta del favor que me estabas haciendo, sin contar que desde aquel momento supe que sola jamás iba a volver a estar.
Partiste el día en que te conté que íbamos a ser papás, fuiste el peor de los cobardes! Yo solo tengo 18 años y poca experiencia en la vida para salir adelante sola, pero aún así lo logré. Han pasado varios meses desde que nació mi pequeño y ahora sé que eres un tonto, pues por miedo te estás perdiendo de la mejor experiencia del mundo; me da pena por ti, pero no quiero que regreses.
No quiero que regreses porque no estoy dispuesta a compartir mi felicidad con un Don Nadie, no quiero que escuches a mi pequeño decirte papá, ni tampoco que lo veas dar sus primeros pasos. Ese será el precio que haz de pagar por habernos abandonado…
Finalmente, te doy las gracias por haberme hecho lo que me hiciste, se nota que me querías tanto! Como para dar parte de ti para mi.. Como para convertirme en una mamita soltera, luchadora, hermosa! Una mujer berraca que con tan solo 18 años entendió que la felicidad no es salir a rumbear con las amigas, la felicidad es sentir en tu vientre patadas, en tus brazos sollozos y en tu corazón un latir que dentro de poco me dirá: Te amo mamá».