Que me falte todo, menos mamá

En la mañana, una voz suave y delicada me habla, unos brazos cálidos me abrazan y un susurro me indica que ya tengo que despertar. Haciendo caso omiso a su ternura, doy media vuelta entre las cobijas e imagino que puedo tomarme cinco minuticos más para seguir durmiendo, es entonces cuando todo lo anterior se esfuma y de repente escucho un grito que dice: ¿Quién la mandó a no acostarse temprano? Si, efectivamente, esas palabras son de mi mamá.

Con enojo me levanto, pero sé que es cierto lo que ella me acaba de decir, entonces sin mencionar una palabra entro a la ducha para quitarme la pereza y empezar de una vez por todas con mi día… Salgo de ducharme y cuando voy pasando para mi cuarto puedo notar que en la mesa ya hay un desayuno servido, que calientito el chocolate me espera para ser el primer alimento del día, y todo eso gracias a mamá.

No me faltes mamá

Mi día transcurre entre lo que hago bien y lo que no, entre el desorden de mi cuarto y los gritos de mamá pidiendo colaboración en la casa, discutiendo porque soy una hija desconsiderada que no quiere hacer nada en la casa; un rato después, cuando debo volver a salir, después de toda la cantaleta que me ha dado, me abraza y me da su bendición…

Entonces pienso en todas las veces que le he fallado, en cuantos días me he levantado con enojo y no la he saludado, en los momentos en que discutimos y creo que estaría mejor sin ella, así que reflexiono, recapacito y pienso que me puede faltar todo en la vida, una cama en donde dormir, el chocolatito caliente, los últimos zapatos y hasta la ropa que tanto me gusta, pero que nunca me falte su abrazo y su bendición, que me puede faltar todo, pero que nunca me falte mamá.

Autor: Lorena Rodriguez

¡Hola chicas! Soy Lorena, una futura Comunicadora social - Periodista y las estaré acompañando con artículos muy interesantes sobre los temas que mas nos atraen a las chicas de hoy.

Ver todas las entradas de Lorena Rodriguez >