La característica por ley de los seres humanos, sobretodo de las chicas es la de ser soñadoras, de libre pensamiento, sensibles y por lo general muy tiernas, lo que resulta contraproducente en la medida en que nos ilusionamos muchas veces con cosas que al final no resultan sucediendo. Un ejemplo es cuando encontrarnos con un chico que nos pinte pajaritos, y que haga despertar en nosotras amor es quizá el acto de ilusión más recurrente en el que caemos, sin darnos cuenta de que luego resultamos más lastimadas de lo que jamás habíamos podido imaginar.
Y si, sucede muy a menudo con las situaciones a las que le damos mayor importancia y trascendencia, ya sea con nuestra familia, nuestros amigos o simplemente nuestra pareja! Generalmente cuando solemos ilusionarnos y soñamos con aquella perfección, nos estrellamos de manera instantánea con la realidad.
En la vida no podemos estar siempre atados a lo que otras personas quieran hacer por nosotros, pues para nadie somos tan importantes como para esperar que seamos su prioridad, incluso hasta nuestra familia nos falla y no porque no nos quiera, sino porque la vida es así y ella misma se encarga de enseñarnos como cruzar el camino de las metas con gallardía, con la frente en alto y por nuestros propios medios.
Ilusionarse y soñar no está mal, lo que está mal es dejarle esos sueños a otros y no hacerlos realidad nosotros mismos, pues cada quien es artífice de su destino y recolector de su propia siembra, sin olvidar que el apoyo es incondicional más no indispensable a la hora de salir adelante.
Ahora bien, es de rescatar que cuando nos suceda, no podemos enfrascarnos en que nadie nos apoya y que ya no podremos salir adelante, por el contrario, debemos ser más fuertes para lograr lo que hemos soñado, pues el fracaso siempre será nuestro, la felicidad es de todos…