En mi casa hablar sobre sexualidad nunca fue una opción, pues era un tema tan amplio que mis papás lo resumían en palabras como vergüenza o intimidad, por lo que jamás me atreví a desafiar mi curiosidad, pues tenía miedo de incomodar a mamá, o peor aún de encontrar en ella una respuesta a todas mis preguntas…
Al principio, cuando recién empecé a sentir cierta atracción por conocer más sobre estos temas, me di a la tarea de asimilar cada uno de los comportamientos que tenían mamá y papá cuando en la tele aparecía una escena de sexo, o cuando sin querer alguna persona hablaba de preservativos o virginidad, pues se incomodaban tanto que sin tanta explicación yo entendía que ese tema no se podía tocar.
Pero bien, aunque yo lo entendí en su momento, ahora que estoy grande me cuesta un poco encontrar la razón por la que ellos evadían tanto estos temas, si finalmente la sexualidad hace parte de nuestras vidas desde que nacemos y hablar de ello no solo indica que nos expliquen sobre el coito o las relaciones íntimas, todo va más allá; pues es necesario conocer sobre los cambios de nuestro cuerpo, la aparición de nuevos procesos físicos e internos, la alteración de las hormonas, en fin… Es mucho lo que hay por explicar, lo que sucede es que muchas familias aún le tienen miedo a confiar en sus pequeños.
La educación sexual no es una opción sino una realidad y no solo es importante que la dicten directivas y maestros, sino que ésta debe empezar por casa, entendiendo que es mejor que tus hijos despejen sus dudas confiando en ti y aprendiendo desde la barrera a que un día de estos busquen su educación sexual en la práctica, estrellándose de frente con la cruel realidad, que puede ser evitada si la ignorancia en cuanto a estos temas, se reduce.
La educación sexual fue mi asignatura pendiente, pero no quiero que sea la de ustedes así que si necesitan respuestas pueden buscarlas en las personas que confían y no en ajenos, pues muchas veces nos equivocamos por buscar fuera de casa lo que dentro de ella tenemos.
